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  • Foto del escritorKokoro Psicología y Mediación

UN PERRO HA MUERTO


La relación humano-animal es una relación que se viene dando desde tiempos inmemoriales.

Si echamos la vista atrás, muy atrás, nos encontramos con los primeros indicios de domesticación en la Edad de Piedra, allá por el 13000 a.c. La primera evidencia de domesticación de animales se menciona en la ciudad bíblica de Jericó en Palestina unos 12.000 AC, donde perros y cabras eran adoptados como mascotas.

Los primeros en criar perros fueron los egipcios y los habitantes de Asia Occidental. Primaba la cría de galgos, empleados en cacerías, y mastines, tenidos en alta estima para las peleas y la guerra. También los perros eran usados en esos tiempos para pastorear, como vigilantes, para el deporte, como compañía y en algunas culturas, en especial las orientales, fueron incluidos en los cultos religiosos.

La aparición de gatos como mascotas también se dio en Egipto, pero al contrario que los perros, cuya finalidad era instrumental, los gatos eran objeto de adoración y considerados una divinidad. El proceso de domesticación ha seguido un ritmo gradual hasta llegar al momento actual en el que la presencia de animales en nuestros hogares se da en calidad de miembro de la familia, pudiendo encontrardesde perros y gatos hasta tortugas y peces pasando por una diversidad curiosa de especímenes como hurones, iguanas, etc.

El séptimo arte se ha convertido en testimonio gráfico del vínculo tan especialque se puede establecer entre un humano y un animal. Es maravilloso ver a Charlot acompañado de Scraps sorteando los devenires de la vida en Vida de perro (1918); y especialmente conmovedora es la película Siempre a tu lado, Hachiko (2009) basada en una historia real.


 

BENEFICIOS DE VIVIR CON UNA MASCOTA

Una gran cantidad de beneficios son los que aporta el convivir con una mascota. Existen estudios científicos que sostienen que acariciar a nuestros peludos tiene efectos beneficiosos sobre la actividad del sistema nervioso. Y es que su sola presencia puede aumentar la producción de endorfinas y oxitocina, sustancias responsables de la sensación de bienestar y de felicidad. Así mismo, se ha demostrado que las mascotas ayudan a reducir los niveles de cortisol, hormona relacionada con el estrés, y la presión arterial. Otros efectos positivos tendrían que ver con la soledad y el apoyo social percibido y con un incremento en la actividad física e interacción social. Pero sin lugar a duda, uno de los factores que más impacto tiene sobre el humano en su salud es el amor incondicional que recibe, totalmente libre de juicio.


 

¿CUÁL ES EL PRECIO?

Desde hace unas décadas nuestras mascotas están perdiendo su finalidad instrumental y son ya muchos los hogares en los que han pasado a formar parte del núcleo familiar. Esto implica una nueva forma de relacionarse en la que los lazos a nivel afectivo y emocional cobran mucha fuerza, siendo el apego -promovido por ser seres dependientes que necesitan de nuestros cuidados y para los que pasamos a ser fuente de seguridad- uno de los más potentes. De este modo, cuando el ciclo vital de nuestra amada mascota llega a su fin nos puede dolor tanto, e incluso más, que la muerte de otro ser humano.

Pero, ¿qué sucede socialmente con esto? Socialmente existe la creencia de que la pérdida de un animal no debería doler tanto como la de un ser humano. Este pensamiento no se corresponde con la realidad, entrando en conflicto con los sentimientos de quien está sufriendo la muerte de su mascota, y dificultando la sana elaboración del duelo. Pueden aparecer sentimientos de vergüenza y de culpa. Vergüenza por la incomprensión del entorno más cercano, “sólo era un gato” “sólo era un perro” “sólo era un pez”… Y culpa por pensamientos del tipo “se murió mi tía y me dolió mucho menos que mi perro”.


Richard A. Biby, escribió el siguiente tributo a su perro:

De vez en cuando la gente me dice «relájate, es sólo un perro» o «es un montón de dinero sólo por un perro». Ellos no comprenden la distancia recorrida, el tiempo invertido o los costos incurridos por «sólo un perro».

Algunos de mis momentos de mayor orgullo han ocurrido con «sólo un perro». Muchas horas han pasado siendo mi única compañí­a «sólo un perro», pero ni por un sólo instante me sentí­ despreciado.

Algunos de mis momentos más tristes han sido por «sólo un perro», y en esos días grises, el suave toque de «sólo un perro» me dio el confort y la razón para superar el dí­a.

Si tú también piensas «es sólo un perro», entonces probablemente entenderás frases como «sólo un amigo», «sólo un amanecer» o «sólo una promesa». «Sólo un perro» trae a mi vida la esencia misma de la amistad, la confianza y la alegría pura y desenfrenada. «Sólo un perro» saca a relucir la compasión y paciencia que hacen de mí­ una mejor persona.

Por «sólo un perro» me levantaré temprano, haré largas caminatas y miraré con ansias el futuro. Así­ que para mí­ y para gente como yo, no es «sólo un perro», sino una encarnación de todas las esperanzas y los sueños del futuro, los recuerdos del pasado, y la absoluta alegrí­a del momento.

«Sólo un perro» saca lo bueno en mí y desvía mis pensamientos lejos de mí­ mismo y de las preocupaciones diarias.

Espero que algún dí­a puedan entender que no es «sólo un perro», sino aquello que me da humanidad y evita que yo sea «sólo un humano».

Así­ que la próxima vez que escuches la frase «sólo un perro», simplemente sonrí­e porque ellos «simplemente no comprenden».


Concluyendo, muchas personas no entenderán el dolor por la pérdida de tu mascota; tú vívelo como necesites vivirlo y haciendo aquello que te ayude a sentir el dolor de una forma sana.

Ya lo dijo Jean Lacroix: “Hay palabras que nos cambian la vida, pero hay ladridos que nos cambian el alma”.

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